17.3.11

#32 · Por qué mola tanto Mapa Sonoro (TVE)

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Esto ya lo sabéis todxs, hasta se han enterado en la Rockdelux, pero si no lo digo yo reviento: Mapa Sonoro es el mejor programa de televisión sobre música que existe. Puede que haya que matizar y tener en cuenta que es el único que se hace en las televisiones estatales (sólo en ETB se atreven a lucirse con Orain), pero, comparativas y superlativos aparte, es jodidamente bueno. Y me parece el mejor programa posible.

Da gusto ver que se están preocupando de lo que importa: de una escena musical andergraun que cada vez nos emociona más y que merece ser contada. ¿Cuántas veces hemos hablado de la cantidad de grupos chulos y diversos que hay ahora? Pues la televisión pública está para documentar eso, qué bien que siga quedando algo de su funcionalidad deseable en un rincón de la parrilla. Qué bien nos lo vamos a pasar dentro de 20 años cuando veamos las reposiciones y nos acordemos de lo felices que fuimos.

Da gusto, también, que aprovechen cuando viene alguien grande (Patty Smith, Billy Bragg, Juan Atkins) y que coqueteen con los géneros que últimamente nos hacen el indie menos cansino (hip-hop, reggaetón, flamenco). Pero lo mejor es que tienen claro que la entrevista promocional es una mierda y prefieren hablar sobre cosas mucho más interesantes: de dónde viene la música, cómo ha cambiado nuestra forma de hacerla y escucharla, qué nos impulsa a ello, cómo puede ser posible hacerlo hoy en día, etc. Por eso no sólo salen músicxs, sino también críticxs, trabajadorxs de la industria y fans. Por eso no puedo imaginar cómo podría ser mejor. Me tienen emocionada.

¿Que tanto plano de carretera y tren es excesivo? Quizá, pero están ahí por algo: van haciendo suelo, haciendo una cartografía emocional de las cosas que nos molan localizándolas sobre el terreno para que podamos llegar a tocarlas. Son imágenes tomadas con cierto esmero y se agradece el intento de salir explícitamente de Madrid y Barcelona, así como alternar salas modernas con locales de barrio, ventas de extrarradio o el salón de casa de una amiga; esos lugares a los que vamos todxs cotidianamente escuchando la música de la que hablan. Sin mostrarnos las transiciones no entenderíamos este oportuno tránsito. Y además son mucho más bonitos que cualquier cortinilla hortera y dan para poner trozos de canciones casi siempre bien buenas.

Por último, me gusta también que detrás ande gente como Roberto HerrerosGuille CascanteLaura Tremoleda, Santi Baró, Joel Rojas... Gente a la que hemos visto hacer grupos chulísimos, escribir de música con criterio y fervor y/o con la que intercambiamos fanzines hace años. Mola que gente así sea la que nos cuente, a nosotrxs lxs músicxs y fans apasionadxs, desde la televisión pública (aunque subcontratando a una productora). Me pone que la cosa pública siga siendo un poquito pública, sí.

Esto viene a cuento de que acabo de ver a Julieta Venegas hablando con la boca llena en la cocina de Ajo, escena cumbre del primer programa de la segunda temporada que estrenaron el lunes y que desde hoy se puede ver en la web:


Pero la primera temporada también estuvo llena de momentos memorables y dan ganas de rescatarlos aunque aún no hayan pasado 20 años. Aquí dejo mi top 15:
  1. Enrique Morente hablando de sus cositas en un bar de La Latina, bajo las típicas fotos de bocatas de calamares. Vemos a un artista hiperbólico diciendo cosas sinceras, interesantes y divertidas. Tan grande que a ratos parece una parodia de sí mismo, en plan Celebrities de Muchachada Nui. Genial y, ahora que sabemos que no se va a poder superar esa entrevista, emocionante. Mítico. (#17).
  2. Las consideraciones sobre la música comercial y Burt Bacharach de Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz (Single) mientras recorren la Gran Vía en un autobús turístico (#13).
  3. El paseo de Kiko Veneno por la Macarena que termina en el Pumarejo, pidiendo cabrillas en el Mariano y explicando, entre otras cosas, que en Sevilla se tira la cerveza mucho peor que en Madrid pero a lxs locales nos mola. Sobre esta elección he de reconocer que me toca porque ese es mi barrio y sale justo lo que echo de menos desde que no vivo allí, pero qué leches, esto va de tocar y tocarse (#8).
  4. La Bienquerida y Joe Crepúsculo cantando y comentando caspa en un karaoke (#17).
  5. Los siempre impecables Kiko AmatMiqui Puig haciendo alarde y emoción de sus exquisitas compras musicales en un bar de - creo recordar - la Rambla de Barcelona (#11).
  6. El Señor Chinarro en su barrio de Málaga. Le dice a su barbero "mírame, si parezco Dostoyevski", se va al bar a por un sol y sombra y termina cantando en una tienda de guitarras (#3).
  7. Fermín Muguruza y Rossy de Palma departiendo con naturalidad en la barra del Alqamaru de Malasaña (#5).
  8. Klaus & Kinski soltando perlas como "las cosas así transcendentes nos parecen de flipaos" mientras comen un plato combinado y empieza a llover en una terraza de Murcia (#17).
  9. Jeffrey Lewis enseñando su cómic sobre la guerra fría en la barra de un bar cutre (#7).
  10. La Mala Rodríguez quedando como una gilipollas. Conste que a mí me encanta su último disco, pero si hay que hacerle un retrato personal lo mejor es contar en 30" que está hecha una diva estúpida y pasar a otra cosa (#16).
  11. Carlos Tena negociando a la baja los singles de los que se quiere deshacer en Discos La Metralleta y hablando de grupos de ahora que molan con César Estabiel (#19).
  12. Joaquín Reyes y Tote King echándose unas risas en la azotea del Patio Maravillas. El de la calle Acuerdo, que tenía unas vistas fantásticas (#1).
  13. La breve escena de Juanjo Sáenz y Antonio Baños (Los Carradine) buscando un bar bajo la lluvia. Les animo a volver a grabar una situación similar pero a las 3 de la mañana, ese sí que es un gran drama generacional que merece ser documentado (#16).
  14. Encontrarnos con Isabel Coixet y su iPod. El otro momento Muchachada Nui del programa (#6).
  15. Christina Rosenvinge tocando en una lavandería. Christina Rosenvinge no me gusta, pero las lavanderías sí y escogieron una bien bonita (#2).

11.3.11

#31 · Astrud, la Coca-Cola, la independencia y otras mierdas

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Ayer hubo comidilla en Twitter porque Manolo Martínez se cabreó al enterarse de que al concierto de Astrud en la Rock Kitchen le ha salido un logo de Coca-Cola:


Tiene toda la razón en que no le haga ninguna gracia, la tendría si montara un pollo más gordo (incluso si se negara a tocar) y nosotrxs sus fans sólo la tendremos si pasamos de ir a este evento.

Recordé este artículo de Wallace Wylie en el que analiza el discurso hegemónico en Pitchfork, es decir, la biblia-canon-norma de la música independiente actual. Luego hablamos de qué leches es ser independiente, pero por ahora nos entendemos, ¿no? Resumiendo, aparecen varios iconos como Iron & Wine, Decemberists y Pains of Being Pure at Heart diciendo que la mercadotecnia de la música indie (en EEUU mucho más acusada y esponsorizada que por aquí, nótese la obviedad) es un inevitable signo de los tiempos. Domina la postura cínica: vale, las marcas no molan, pero no me voy a avergonzar de salir en anuncios y no me vengas con remilgos políticos porque la tradición contracultural está llena de incoherencias y flaquezas. Wylie se queja de que décadas de carticaturización y propaganda nos han hecho olvidar las cosas de la contracultura que sí molan, una ética por la que merece la pena pelearse. Todo aquello por lo que nos identificamos con los grupos a los que ahora copian The Pains y no con los de la MTV, por ejemplo. En conclusión:
Without some sense of an alternative culture, without the idea that some unpopular ideas are important enough to be taken seriously, we allow the dominant culture’s values to be our own given that our built-in bullshit detectors have become attuned to reject every idea of rebellion as foolish and naïve.
Ana hablaba ayer en su blog de las estéticas de grupos que le gustan y las que no. Reivindicaba con mucho acierto a quienes salen fexs en las fotos. Justo ayer comenzaba también el Madrid Popfest, con su cartel lleno de gente desaliñada y entrañables nerds, que esta noche coincide con el dichoso evento cocacolero y se define así:
El Popfest es un festival de indiepop que se celebra por todo el globo, desde Nueva York hasta Roma, organizado por pequeñas células independientes entre sí. Siempre desde una total autogestión, sin patrocinadores, aunque sin renunciar a colaboraciones puntuales con colectivos afines, los Popfest del mundo conspiran para reunir a toda clase de grupos, desde leyendas de Sarah o K records, hasta nuevas promesas de Cloudberry, Wee Pop y Slumberland.
Así da gusto. No estoy diciendo que sea el paradigma perfecto, mi horizonte ideal no es que todo tenga que pasar por el voluntarismo de personas desinteresadas, sino que debería ser posible que hubiera gente viviendo de esto, organizando conciertos profesionalmente y teniendo vidas dignas. Pero tiene que haber una manera que no pase por el chunguísimo empresariado que tenemos; sin que esponsorice Coca-cola o la marca de turno, sin precios escandalosos, alquileres de sala abusivos, garrafones insalubres, mafias exclusivistas, etc. Tiene que haber maneras y las vamos a llamar independientes y alternativas. Yo si no estuviera convencida de que existen esas maneras ya me habría pegado un tiro.

Es más, a poco que le des vueltas a la cabecita puedes conectar esta manera (post)industrial de producir y gestionar la música con una ideología mucho más amplia que vamos a llamar neoliberalismo y que nos está jodiendo a todxs. No conectes sólo con los lobbies que han forzado la ley Sinde, por ejemplo, da un paso más y conéctalo con que tienes 30 años, 2 carreras y estás en paro (o con una beca, o inframileurista, o pagando una hipoteca indecente o la situación precaria que te corresponda). Y usa la cabeza al menos para tomar decisiones de consumo coherentes. Yo si no estuviera convencida de que tenemos capacidad de influencia con nuestras elecciones cotidianas ya me habría pegado un tiro (no sin antes pegárselo también a algún que otro culpable).

Como sigamos con este despiste, el día que se muera Esperanza Aguirre no vamos a reír y a bailar sino a ponernos un lazo negro al lado de la chapita de lxs Pastels... Para que no pase eso tenemos que seguir generando alternativas a los discursos y narrativas hegemónicas que nos colonizan, buscando situaciones de autonomía creativa como creadorxs y como consumidorxs. Yo creo que de eso va la música indie. Y no soy naïf, sino absolutamente realista. Para más argumentación contra el cinismo puedes leer la estupenda entrevista que hicieron a Elena Garmendi en torno al hype:
Los cínicos son también muy útiles al sistema, tienen toda la capacidad crítica y toda la inteligencia para desmontarlo y la utilizan en mostrar sistemáticamente la potencia del mismo. Una producción cultural no dependiente sería el momento en el que esos chavales no necesitaran las narrativas que les sirven de marco de referencia y se lanzaran, como un viaje por el desierto a la construcción de oasis, a contar historias que no dependieran de los productos de la industria cultural. Una sociedad de narradores interdependientes que no se recogen bajo el paraguas del último blockbuster, sino que ponen en marcha sus propias dinámicas narrativas.
Evidentemente porque elijas ir al Popfest no vas a acabar con el hambre en África, salvar a los delfines o llegar a fin de mes. Este post no va de promocionar ese u otro festival. Estoy hablando, simplemente, de plantearnos éticamente el consumo musical que hacemos, de nuestro poder como fans, oyentes, editorxs, productorxs, relatorxs y amantes de música independiente y alternativa. Ser conscientes y actuar en consecuencia.



Para empezar, otro dato del que nos enteramos ayer: Spotify colabora con la visita de Ratzinger a Madrid porque considera que es "importante y constructivo para la juventud". Tú verás si sigues pagando el premium.