24.5.08

#04 · Jueves en South Pop 08 y El Hijo: 'Canciones gringas'

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Dije que empezaría por el final y con eso quería decir que había un principio que vino antes. Antes fue el único concierto del South Pop 08 que realmente me interesaba y me gustó tanto que casi un mes después me sigue apeteciendo escribir sobre él. Ah, también vi un rato a unos suecos que se llaman Friska Viljor y que... en fin, chavales, que vendáis muchos discos.

1) Encuadra. Siempre he tenido una tipología de cantautores a mano para verlos venir de lejos y desecharlos rápidamente vía prejuicios: a) los folkies épicos y ásperos, en la línea de Bob Dylan (incluyendo también los trovadores tipo Paco Ibáñez); b) los latinos empalagosos y barrocos, copiando a Silvio Rodríguez, y c) los pusilánimes cálidos y susurrantes, siguiendo a Nick Drake. Y mi regla es bien clara: si se parece a Nick Drake, mola. Soy así de fácil. Esto implica que me cuelan cualquier cosa, pero hasta ahora el cupo lo he tenido bien cubierto con los dos alumnos más aventajados: Elliott Smith y Neil Halstead. Desde este concierto, me planteo seriamente ampliar la primera fila para meter a José González.

2) Enfoca. Aquella noche estaba convencidísima. Claramente instalado en el tipo c, aunque a veces se pierda en virtuosismos de tipo b (cada vez que me suena a mi repudiado Silvio Rodríguez pienso en Nick Drake, o en Caetano Veloso, y se me pasa, o eso recuerdo haber comentado a L.) Que una persona sea capaz de armar y desarmar todos esos mundos con sólo una guitarra -y la ayuda intermitente de coros, melódica y percusiones- es sobrecogedor. Y mucho más aquel final: Cycling trivialities -mi preferida de lejos-, Teardrop y una enérgica y reconstituyente versión de Love will tear us apart como bis. Sí, semejante oda al mal rollo puede ser esperanzadora en manos de este tío, lo juro. Manolo dice que fueron "palabras mayores que nos dejaron sin palabras" y a Blas le sirvió para justificar la noche. Yo, por una vez, muy de acuerdo.

3) Dispara. Los discos de José González paso de ponerlos para descarga porque ya los tenéis todas. Voy con mi obsesión nickdrakiana del momento. Me encontré hace meses con Abel Hernández aka El Hijo con mucha pereza debido al aburrimiento que me causaba en Migala (que no en Emak Bakia, autores de un disco impresionante, ojo) y a lo inhóspito del escenario. Pero supe que de alguna manera acabaría conciliándome con su repertorio de lamentos derrotistas y autoindulgentes. Con su pose de maldito, las letras oscuras y el tufo misógino, oscila apabullante entre mis claramente insolventes a) y c). Puede que funcione mejor cuando explota pasajes medievales, con sus castillos y princesas incluídas, en el elepé Las otras vidas, pero yo hoy me quedo con la sobredosis de Sam Peckinpah de sus Canciones gringas. Un epé por el que pasan balas de heno. Y alguna que otra de plomo también.


Canciones gringas de El Hijo (Acuarela, 2006).
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4.5.08

#03 · Sábado en South Pop 08 y La casa azul: 'Canciones ligeras'

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Puede que esta sea la reseña más personal que voy a escribir en este blog, no me la tengáis en cuenta. Es música pop. No me convencía el cartel, no me venía bien de horarios e intenté resistirme, pero al final este año he vuelto al South Pop dos de los tres días. Empiezo por el final.

Empezamos mal. Cuando llegué al recinto -qué patio más inhóspito, por cierto, con los espacios tan chulos que tiene el CAAC-, J. me dijo que había leído mi lista de 2007 y que yo ya no soy popi. Antes, al salir de casa, me vi en el espejo que me ha salido una cana en el flequillo. Malas señales.

Tres francoparlantes pretenciosos y aburridos para empezar: conjuntos de elementos que apuntan maneras, gente con buen gusto que sabe a quién copiar, resultados insustanciales (línea Green Ufos). Con Manos de topo tengo el mismo problema que dos tercios de la humanidad: la voz me resulta enormemente desagradable. No obstante, he de reconocer que disfruté de los xilófonos y del momento "y ahora estoy de puta madre" recordando el fantástico vídeo. Lo de High Llamas me dicen que no estuvo mal; yo, con tanta abulia, había olvidado que había ido allí a escuchar música y estaba dedicada a la cerveza. El diyei de los entretiempos andaba atinado y me pasé al tinto.

"Es realmente alucinante, mi victoria es aplastante". A La casa azul había que verlo desde las primeras filas. Estaban todos allí: mis amigos de la facultad -que son de los que llegaron a Guille Milkyway hace relativamente poco vía Fangoria- , la plana mayor de la indiepopscene -¿1999-2002?- y hasta algún compañero de trabajo con el que despotricar de la empresa. Cierto es que para los que escuchábamos las maquetas, hace ocho años, en un programa de radio con un nombre muy cursi, es un poco difícil de digerir esta eclosión mainstream e incluso nos ponen nerviosos los fans de nueva cuña que no se han enterado de que el primer EP es indiscutiblemente el mejor. Pero estar entre cerca de mil personas que gritan lo que gritabas cuando tenías dieciséis años en tu habitación tiene un valor catárquico nada desdeñable. Una amiga de mis amigos fue con su madre, señora de cincuenta años y pelo teñido de rubio, que al terminar me dio un abrazo. Fui a decirle adiós a C. y me dijo que estaba en una nube. Yo también.

"Ahora soy interesante y me acuerdo de ti". Porque lo importante de todo esto es que La casa azul sigue funcionando. A pesar de que nos den pudor las letras, a pesar de que molaba más sonar a los Archies que a Pizzicato Five, a pesar de que sus versiones no son suficientemente indies y de que tenemos canas en el flequillo. Los días en que "los Fresones son puro A.O.R.", ahí está Guille Milkyway, buen chaval a tope, para salvártelos a golpe de baile y consignas pueriles. Con sus galletas, su confetti y su negligente apología del amor romántico. En 2001 yo era algo muy parecido a esto. Hoy, creo que también.

PD. Después, Loop DJs pincharon trance machacón para introducir La caja del diablo y todos los niños popis agitamos nuestros flequillos. Y Los Campesinos y Ça plan pour moi. Qué más se le puede pedir a una noche pOp.


Canciones ligeras de La casa azul (maqueta, 1999).
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